Prólogo
El
sonido de los cascos me había ensimismado, sin conseguir dormir, en cambio mis
hermanas, Sofía y Ágata dormían
plácidamente, ajenas a mis preocupaciones y decisiones.
Mientras
las cubría con mi abrigo, añoré ser niña y no tener responsabilidades, jugar y disfrutar cada momento sin plantearte
el mañana. Un pensamiento volvió alegrar mi alma. De niña corría en medio del
trigo fresco y mama me buscaba jugando a pillarme, en primavera crecía tanto que hacía de él un
escondite perfecto. - Como echaba de menos todo eso. Acaricié sus cabellos y
volví a mi tormento reflexivo.
El
viaje estaba siendo más largo de lo previsto,
Mario el capataz de nuestro padre, nos llevo en el carromato de la cosecha hasta la estación de
tren, allí nos esperaba Francis para hacer un largo viaje en tren y luego en un
carruaje sacado de una de las historias
que mama me contaba de niña.
Nunca
pude imaginar que tuviéramos familia que viviera tan lejos. Mama no nos comento nada. – ¿Qué extraño? llegaba siempre
la misma pregunta ¿Por qué?
Pero cuando Francis apareció por primera vez en casa, y aunque era para traer malas noticias, el
fallecimiento de nuestro tío, pensé que fue una bendición divina, en respuesta
a mis plegarias.
Nuestro
tío había muerto y nosotras éramos sus parientes más próximas, herederas de su
fortuna. Los últimos años de su vida, los cuales había estado muy enfermo, los
dedicó a buscar a su hermana de la cual había perdido el rastro, hacia 17
años. Con deseo de verla de nuevo había
dejado en su testamento que la búsqueda,
no cesara hasta que no la encontraran. – ¿Que curioso? me volví a preguntar ¿Mi
edad? Mi sexto sentido, me decía, que me faltaba una pieza del rompecabeza y
que no conseguía ver todo la historia con claridad.
Su
sentido mellizo le decía que aún vivía, y que a veces lo llamaba en sueño,
pidiéndole ayuda, sobre todo en los últimos años de su vida. Su sentido mellizo
le había fallado, nuestro padres llevaba tres años muertos por
una enfermedad extraña, ¿Sería su conciencia que le remordería, por tanta
ausencia? – Basta me dije, estas elucubrando si saber nada. – Has tomado la
decisión correcta, me repetía, cuando las dudas me asaltaba, para poder
tranquilizarme.
Desde
la muerte de nuestros padres, yo y la familia de Mario, Claudia y su hijo
Lucas, llevábamos la casa y las
cosechas. Estas no estaban dando suficiente para nuestra gran familia. Los
inviernos estaban siendo muy duros, y con la escasez de alimentos, no había
suficiente para todos, aunque trabajáramos de sol a sol.
El
último invierno la pequeña Sofía, había enfermado por un resfriado. Mis
plegarias, fueron respondidas con la aparición de Francis, y la herencia de
nuestro tío. Debía de tomar una decisión y pensar en el bien de todos.
Mario
se quedaría en las tierras de nuestros padres,
y nos daría noticias de cómo iba todo. – Valeria, tus padres han sido unos hermanos para mí, lo
siento por no acompañarte, sabes que mi familia está aquí. Podré cuidar la
granja en tu ausencia y si algún día quieres
volver siempre será tuya. – No te preocupes Mario, cuando herede la
fortuna de mi tío, te compraré la Finca
de los Morín y viviremos todos juntos. Mario había sido lo más parecido a un
hermano mayor y en los últimos años, como mi padre. Creí que así, podría agradecerle
todo lo que habían hecho su familia por nosotras.
Acordé
con Francis que iríamos con él, pero si en algún momento algo no nos gustaba,
volveríamos a casa, y mientras tanto, le daríamos a Mario una paga por mantener
nuestra casa, por si volvíamos. Francis asintió
excepto en la última parte. – No estoy autorizado para realizar esa transacción,
lo deberás hablar con James, tu tío, el hermano de la esposa de su difunto tío.
Él es ahora vuestro tutor. – Pero como
veo que las cosas no os han ido muy bien,
le daré a Mario, una paga que cubrirá los gastos de mantenimiento al
menos un año de la granja. – Queremos que volváis a casa, para quedaros allí dijo
con sonrisa complaciente, y si eso os preocupa, para poder volver, tengo la
posteta de resolver cualquier impedimento. – ¿Todos hablaría así en Alsacia?
potestad, impedimento.
Una
piedra en el camino hizo que me diera un golpe en la cabeza con el manillar de
agarre del interior del carruaje. El golpe me despertó del cuento de hadas que
estaba viviendo. – Queremos que volváis a casa, para quedaros allí. Las
palabras de Francis plateo más
dudas – ¿Quienes quieren que
regresemos? ¿Volver a casa? Si nuestro tío estaba muerto. ¿Quién nos espera? ¿Ese James, hermano de
nuestra tía?
Así
que, esa es mi situación ahora, hacia
una región llamada Alsacia, que parecía estar en el fin del mundo por las
montañas altas y frías que acabábamos de dejar detrás. A ser tutorizadas por un tal James, durante 7 años, que sería
entonces cuando cumpliría 25 años de edad.